Una solución para cada EDAD
El cuello presenta una anatomía propia que se traduce en una piel más fina que en otras zonas y en un manto hidrolipídico pobre en glándulas sebáceas, que hace que se altere fácilmente. Además, tanto esta zona como el escote presentan una densidad disminuida de melanocitos, lo que hace que se defiendan peor frente a las agresiones solares por lo que tienden a padecer un fotoenvejecimiento prematuro y acelerado.
Por si esto fuera poco, se trata de una zona que acumula grasa con facilidad, dando lugar a la aparición del doble mentón. Respecto a la estructura muscular que conforma el cuello, es fuerte, pero está sujeta a constantes movimientos de tensión y distensión. Este estrés mecánico acaba por afectar al platisma, una lámina músculo fibrosa muy delgada, que se extiende desde la parte superior del tórax hasta el borde inferior de la mandíbula, haciendo que a la larga aparezcan antiestéticas bandas platismales. Así pues, el cuello envejece de manera distinta a como lo hace por ejemplo la cara, y además, los cambios que va experimentando son diferentes a medida que pasan los años., La Dra. Lidici Santana, directora médica del centro que lleva su nombre subraya la necesidad de buscar soluciones específicas que se adapten a los cambios anatómicos que surgen en cada momento.
35 años Empiezan a disminuir las reservas de colágeno y elastina y asoman los primeros signos de la edad a través de la pérdida de luminosidad. En este caso, lo mejor es recurrir a la mesoterapia con vitaminas, ácido hialurónico, oligoelementos y péptidos con la finalidad de rehidratar la piel, reafirmar y mejorar la calidad del tejido en todas sus capas.
40 años Durante esta década empiezan a mostrarse tres tipos diferentes de arrugas: por un lado, las que siguen una trayectoria circular, y que pueden tratarse mediante rellenos de ácido hialurónico no reticulado colocado en el seno de cada arruga y en el mastoides, para camuflarlas y tensar la piel; líneas verticales en el escote, causadas por el fotoenvejecimiento y por la costumbre de dormir de lado, y que se tratan radiofrecuencia, para impulsar una profunda renovación del colágeno, y cuerdas o bandas platismales oblicuas que se corrigen mediante inyecciones de botox.
50 años La entrada en la década dorada suele acompañarse de la acentuación de la flacidez cervical, que se acentúa por la pérdida de fibras elásticas que acompaña a la menopausia. La mejor solución en estos casos, es una técnica quirúrgica de microlifting, que permite reposicionar la capa músculoaponeurótica que sustenta la piel, sujetándola al arco cigomático, y así tensar el tejido y definir el perfil del cuello.
55 años A esta edad la flacidez se acentúa aún más, por el descolgamiento de las estructuras cutáneas internas y del músculo platisma, así que, de nuevo la solución más eficaz es el lifting quirúrgico, que permite reposicionar todas las estructuras del cuello y el tercio inferior del rostro, a través de una técnica mínimamente invasiva, que no deja cicatrices visibles. Otra alteración inevitable a esta edad es la aparición de manchas solares, y rojeces con dilatación difusa de los capilares. En ambos casos, lo ideal es recurrir a la fototerapia láser.
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